środa, maja 18, 2005
El hombre pingĂĽino era feliz destilando su propio cerebro. Sobre la cabeza de la cama, dos piernas discutĂan acerca de quĂ© frase iba sobre la Ăşltima cara del dado. Un tronco alargado se aproximĂł a la almáciga y recitĂł una estrofa del primer poema jamás escrito. Al final preguntĂł: ÂżEstás bien?
El hombre pingĂĽino sufrĂa de amnesia desde que cayĂł al lago verde. A veces recuerda palabras sueltas: 'absenta', 'toda', 'campeĂłn'... Pero dejĂł de intentar recordar desde que notĂł cĂłmo su propio cuerpo trataba de escapar por su boca cuando lo hacĂa. Ahora vive cabeza abajo y regenta una destilerĂa junto a un pozo blanco, al que siempre acudĂa para intentar recordar. Una vez estuvo a punto de caer en Ă©l, pero un árbol le lanzĂł una rama que le sujetĂł, salvándole la vida. Algo quiere salir del pingĂĽino. Nunca debiĂł caer en aquel lago verde...
Luces de neón giraban alrededor de su cabeza, luces que intentaba comer a picotazos sin éxito. El hombre pingüino queria volver a aquel lago, sentia esa necesidad placentera pero todo su cuerpo se lo negaba, no otra vez le gritaban elefantes disfrazados de leonas que cantaban "Antes muerto que al lago verde" "antes muerto que al lago verde" con el tono de la famosa y odiosa canción.
Desde que cayĂł en aquel lago el hombre pingĂĽino soñaba todas las noches en su cama de juncos de metal, son sueños nublados de perlas acristaladas donde palabras de duendes se mezclan con imágenes de tristes trigos en campos de metal. Pero las aceras de los sueñis son siempre verdes, como el lago ansiado del que no puede recordar pero ansĂa recuperar. Y en esos sueños una cosa se repite siempre, la visiĂłn del payaso con nariz de olor de queso y afilados dientes de humo.
Es el guardián del lago. El guardián que debe encontrar.
El guardián que no le dejará pasar.
Grandes hombres, grandes nubes llegan. Entre varios alzan al hombre pingĂĽino al son del cántico de una serie numĂ©rica con un fin repentino. Brusquedad. Un alambique se estrella dejando correr el ansiado dĂa en que pueda pronunciar sus recuerdos.
El hombre pingĂĽino vive ahora en un mundo horizontal, y el cielo plagado de estrellas es, de momento, la Ăşnica puerta que sus cilios pueden abrir. Sin embargo, cada vez está más lejos. De repente, una luz brillante se detiene a cada lado de su cabeza. El hombre pingĂĽino ya no es feliz, le han quitado lo poco que le ligaba a aquel mundo en el que su destilerĂa era su felicidad, y en el que el lago verde quedaba lejos. El payaso hediondo que lo comenzĂł todo ha dejado de reir. Ahora le pega, y a cada guantazo el hombre pingĂĽino se abraza a un sentimiento creciente de culpa. El sueño empieza a desvanecerse. Ya no sabe si quiere despertar.
- ÂżMe escuchas, chico? ÂżMe escuchas?
El hombre pingüino se despierta en una bañera de musgo, bajo balas blancas que un dia perdió Roland, el último pistolero.
Eso le da una idea rosada de lo que debe hacer. Volverá al pozo blanco que le sirve para recordar y abriéndose paso entre los matorrales de espinas asesinas que vigilan el pantano verde donde vive, buscará al último pistolero para que le ayude a volver a su lago verde y juntos puedan desterrar al maldito payaso.
Porque tiene que regresar a ese lago de verdes sonidos y amargas melodias. Tiene que regresar porque sabe que le oculta un secreto profundo como el mismo azul de sus ojos.
undedo at 10:33